|
Tengo que confesar que mi encuentro casual con Camilo José de Cela, novelista, a quien conocí por el doctor Guillen, me dejó metido en un enredo estético. Antes había leído 3 tomos de Diccionario Secreto. Pero eso es cosa de filolojía – Descarada pero sabia.. Cela es Academico de la lengua. I con el humor que padece no iba a escribir un libro solemne. Pero del novelista yo no sabía nada hasta que no leí La Colmena, que me presto Gillen. No me gusto la estructura: Una serie deshilvanada de cuadros vivos i naturaleza muertas de un Madrid que no conozco ni conoceré jamás. Como en toda novela costumbrista – i la Colmena lo es – pupulan las palabras i frases que demandan consulta frecuente con el diccionario. I esto al fin y al cabo fatiga y aburre, a menos que uno se ponga los ojos del filólogo… pero entonces la fantasmagoría se cuaja, se endurece, se vuelve estudio i semántica. De manera que pasé por las celdas de la Colmena i salí de ellas mordido de abejas del desconciere. Eso tenía también que agradecer al doctor Guillén: el escozor que desvela. Al Diccionario Secreto le sumaba yo la Colmena i ni por esas llegaba a Dinamarca. Me quedé en Boaco. Esperando a Cela. Un nuevo encuentro con él. Esta vez ocurrió en la biblioteca Fernado Buitrago Morales. Una de sus amables bibliotecarias me mostró Gavillas de Fabulas sin Amor, otro libro de Cela. Lo llevé a casa i comence a leerlo. No lo he terminado sin embargo ya tengo empozadas algunas impresiones de las que para suerte de los que me escuchan, no dire nada esta noche. Flavio C. Tijerino |