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Balet (Versión II) Puntiagudo, el incesante arabesco rasga el himen de la noche. Tu carne, ofrecida, inescrupulosa castidad, levanta con jesto irreprochable, lamoso muro vertical donde la yedra resbala, por donde caen sus crepitantes zarcillos. Sombra ella misma que se aproxima a su cuerpo, inútilmente como las vírjenes se acarician en lo oscuro, derramando en vano su ardor sobre las sábanas, Tú, ahora inocente, en la jélida linfa armoniosa encelada galogas, en espiral, cada vez más cerca de ti misma, sin encontrar tu sexo deleitoso. Ah, tú, virjen vijilada por lagartos cuyos ojos llamean en la noche; grita tu nombre desde el fondo de las edades, proclama tu entrega absoluta; sílaba a sílaba, incorpórate a ti misma, muchacha, ahora cubierta de velos, enajenado abanico danzante, revelación y clausura de secretos jenitales, desnudez primijenia, adivinado olor vital erecta pulsación en el vacío, opresora debilidad. Vaivienes sin fin, te niegas, vertijinosa, en dádiva secreta; abre i cierras tus muslos que iluminan luces despiadadas. Pára tu danza, la ardorosa espiral de tu fuga conjelada. Recuesta el anheloso, trémulo, pubis; estiende la sólida i tersa ternura de tus piernas; acerca a la boca sedienta el vaso donde al amor se le aceda su vino solitario. Ábrete, higo maduro, al sol y a las abejas. Pára tu danza, Acuéstate, ondeante como una mar apasionada, de fosforecentes pupilas lujuriosas i viudas Descuélgate, guitarra, pendiente de esa música vertijinosa; despréndete , i que él toque, por fin, la serenata, aquella que nadie mejor que tu amado tocaría en el desamparo del tiempo donde la sangre aúlla a fujitivas gacelas temblorosas i esquisitas. Flavio Cesar Tijerino http://www.flaviotijerino.org/poemas/poema_59.htm Siguiente Regresar a Lista de Poemas |