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Carta de Flavio César Tijerino dirigida a Aura Violeta Aldana
"No por ser claro, poeta, eres poeta. Aura Violeta permítame que mi turno en este diálogo amistoso principie con el eufonico i sujerente nombre de mi distinguida i despejada interlocutora, despojado de distanciadores títulos académicos. En esta ocasión la inurbanidad me animara a confiarle a usted, a petición suya, poeta, las impresiones imprecisas —mea culpa— que me produjo la lectura, diligente i placentera de poemas suyos, Aura Violeta, que usted me envio jentilmente —a petición mía —con espontanea, enaltecedora— inmerecida dedicatoria manuscrita. Me pide usted opiniones, Aura Violeta. Mandarinas al limonero. No soi especialista de literatura ni de nada. Trataré de perjeñar—si es que puedo lograrlo— mis pareceres. Invoco el gran Alfonso Reyes, impar defensor de la crítica impresionista. Sin duda es pecado de escritores noveles mentir i escribir bonito. No es usted, avezada prosista, escritora novel. Se percibe esto en la veracidad apasionada de sus testos depurados de engolamientos de voz i de arrequives retóricos. Sus poemas, Aura Violeta, son vibrantes i vivientes trasmisores del latido intenso i refrenado de mujer protagonista en el espacio i los tiempos en que le ha tocado i ha escojido vivir. Aquí empiezan mis cavilaciones. Si antes de leerla, Aura Violeta, yo no hubiera sabido que es usted filósofa i socióloga profesional, sus versos me habrían revelado, poeta, que es usted socióloga i filósofa de vocación. A este propósito traeré aquí reflesiones mías—imajine lo menesterosas que vendrán suscitadas por lecturas i relecturas de testos ajenos i de garabatos míos. Antes, quizas, de conocer yo tales testos ajenos, garabateé en un valetudinario poema de mi casi decimonónica adolescencia: ¡Como decir todo el amor callado, i en silencio el silencio! ¿No será el poema un quid pro quo eliptico? ¿No será el que la disyuntiva crucial —cruxial— del poeta se cifra en la ahorquillada pregunta puntiaguda: ¿Qué debo decir i qué debo no decir para así decir lo que puedo decir lo que puedo decir de cuanto quiero decir. ¡Que galimatías! ¿Recuerda usted, Aura Violeta, la frase atribuida a Mallarmé: Los poemas no se hacen con ideas sino con palabras. Anado, atrevido: i con silencios. ¿Que otra cosa es el poema sino una organización de silencios i palabras comunicadora de vivencias? ¿Me equivocaré cuando afirmó, poeta, que en sus versos hai mucho cuidado de las ideas i de los sentimientos, i menos cuidado de las palabras i los silencios? No aludo a desaliños del lenguaje de que usted certera prosista, no adolece. Además, las gramatiquerías los poetas se las dejan —i hacen bien— a los gramáticos. El habla que hallo en sus poemas, Aura Violeta, es diurna, de ojos de par al día pleno, aunque las palabras pasen, sangrante por el tajo que dejó la ausencia del otro, o pasen por el que abre la escritora para asumarse al caos, i, con la voz, después de la jornada, ordenarlo, recobrar el paraíso. Me doi cuenta de que estoi rodeando el tema recurrente del compromiso. Para mí, ya resuelto. Ningún ser humano, artista o no, puede negarse a la solidaridad. Sin ella el hombre es una bestia civilizada. En cuanto hombre varon o varona, comprometerse hasta el cogollo. Pero libertad i soledad en la construccion de la obra enjendrada en el tequio de la vida social. Recuerdo que me han dicho por ahí, los que saben de semantiquerías, que las palabras de la ciencia esperimental i las de la filosofía son principalmente denotativas, unívocas; i que las de la poesía son equívocas, denotativas. No se si con estas sonseras que vengo escribiendo le digo algo medianamente útil. Ponga usted, Aura Violeta lo que falta. Y así cháchara tendra sentido i belleza. ¿Qué puedo decirle yo a la poeta capaz de formular frases como—entre tantísimas—: Necesito un fuego interior que no sea de llanto. Y tú no me entregas el rumor de tu cuerpo. En la penumbra, la alcoba es casi aroma. A tantos años de necesitar tu risa. Si tu ausencia no me convirtiera en esa enneblinada ciudad tristísima. Te veo en las pupilas de mi sueño para no morir de desaliento. ¡Que feliz fuera you si alguna vez hubiera escrito los versos que he citado!. De estos interminables i vacuos renglones míos, la culpable es usted, que no pudo adivinar qué avispero diminuto i enojoso ajitarían su temeraria petición, Aura Violeta, i sus escelentes poemas. Disculpe mi emborronada cacografía. No dispongo de maquinas ni me avengo con ellas cuando escribo a personas que admiro i quiero. Le envío un poema mío a Rigoberta Menchú. Lo copio con la ortografía que usé i que reprodujo END. Cordialmente Flavio César Tijerino Boaco, 15-II- 2000 http://www.flaviotijerino.org/cartas/fct_aura_violeta.htm Carta de FCT a la poeta Aura Violeta Aldana, fechada 15 febrero del 2000, página 1 página 2 página 3 página 4 Regresar a CARTAS |