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Acerca de la Cultura Popular Acerca de la Cultura Popular prolifera una serie variopinta de juicios—prejuicios—devaluadores, orijinados en diversas—contradictorias—convicciones o convenciones en las derechas i en la izquierdas. Algunos reducen la Cultura Popular a las artes i artesanías tradicionales anónimas, más o menos espontáneas, pero pintorescas. Otros, más comprehensivos, estienden el significado del término pero igualan –tácitamente– la Cultura Popular a la Cultura Primitiva, es decir, natural, chúcara. Habría que incomodar estas posiciones con preguntas inquietadoras: ¿Es pensable i posible la cultura popular de una nación. ¿Desaparece la cultura popular en la medida en que la población se escolariza? Si imajinamos un país en el cual no hubiera ciudadanos adultos sin enseñanza superior, ¿tendríamos que concluir en que en ese país había desaparecido la Cultura Popular i solo quedaba una de las dos vertientes formadoras de la cultura nacional?—Hasta hoi hai quienes pensamos que ésta proviene de dos confluencias: lo individual i lo colectivo. Entonces, la Cultura Popular de un pueblo instruido sera… la Cultura Popular de ese pueblo. El jen dominante es lo colectivo: esperiencias, memorias, olvidos, acciones, inacciones, esperanzas, desesperanzas simbolizadas en lo que llamamos fenomenos de la cultura. En las operaciones in en la obra de las jeneraciones los valores sujetivos, personales resultan absorbidos, dijeridos, trasmutados i finalmente incorporados por el jenio i estilo de las mayorías humanas. Contrapuestamente, en la obra personal los valores colectivos resultan absorbidos, dijeridos, trasmutados i finalmente asimilados por el jenio i estilo de la persona, que, al fin i al cabo, tiene un proyecto in una metodolojía propia, jenuina que se manifestarán en la obra. En resumen, la Cultura Popular deviene de la interacción entre mayorías i minorías. De aquí se deducen líneas de acción i abstención que deben tomar en cuenta los individuos i los grupos o instituciones promotores de cultura. Según eso, i en eso, el peligro está en la dilijencia indiscreta: la suplantación autoritaria no importa la predijitacion o prestilocucion encubridoras— la destitución del protagonista cuyo rol principal lo usurpa entonces el promotor o la institución promotora. El promotor cultural i el líder político esperimentan una misma tentación: el vanguardismo sordo, ciego i parlanchín. El brujulismo, el poraquíaiqueirasíoasaiatalocualhora (por-aquí-hai-que-ir-así-o-asá-i-a-tal-o-cual-hora). La participación popular libre en la política cotidiana i la participación popular libre en la cultura es la única norma que garantiza la correción del modo i la consecución de los fines. Nota Estas líneas perjeñadas por un profano son un ejercicio de participación indirecta en la teoría de la animación cultural. También me parece oportuno apuntar que en la Cultura Nacional es imposible determinar cuales elementos pertenecen a lo colectivo i a cuales a lo personal. Se produce una síntesis incitante para antrópologos i otros especialistas, a cuya prosapia no pertenece el autor de estos garabatos. Flavio César Tijerino Managua 13-VIII-97 |